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Gnomo in London

No, que no cunda el pánico. Aún no trasladamos el chiringuito a Londres. Ruzafa nos mola demasiado y, además, el tercer socio empieza el cole en septiembre. Eso sí, toda la directiva de Gnomo se trasladó el pasado fin de semana a la capital inglesa para vivir la city en familia. De ahí venimos cargados de ideas y de sugerencias.  Os contamos lo que hicimos y os damos recomendaciones para pasar unos días chachis en la Pérfida Albión acompañados de un infante de dos años y medio.

El sábado es un buen día para acercarse a Stepney City Farm, porque además de ovejas lanudas, conejos, guarros y demás animales de granja inaccesibles para los urbanitas de hoy, podéis disfrutar del mercado de productos frescos semanal. Si facturáis, no os perdáis sus mieles. Y si no, haced como nosotros y no dejéis de saborear zamparos un desayuno de campeones en su acogedor café: bocadillo de ternera y Dalston Cola (la cola molona londinense). Lo mejor, o casi, la casita del árbol, que es lo que más ilusión hace en el mundo.

El Museo de Curiosidades de Viktor Wynd y/o The Last Tuesday Society se encuentra en el sótano de un pub del barrio de Hackney. El sitio, al que se accede por una empinada escalera de caracol después de pagar 4 libras al señor que atiende la barra, es un lugar oscuro, pequeño y atestado de los más extraños objetos imaginables. Desde condones de los Rolling Stones a grabados pornográficos japoneses, pasando por una cabeza de hipopótamo bañada en oro del difunto narcotraficante colombiano Pablo Escobar o un esqueleto del extinto dodo. Eso sí, al niño en este caso hay que dejarlo arriba, no ya tanto porque el carro no quepa, sino porque probablemente el señor Wynd se hubiera enfadado mucho con nosotros si el huracán Aníbal hubiera pasado por su santuario. Menos mal que estaba la leona con sombrero para cuidarlo.

Después de tanta oscuridad y con el cuerpo un pelín sobrecogido por las momias de sirenas, nos vamos al Brodway Market: una calle en la que puedes encontrar desde ropa vintage a comida de todo el mundo. Vapores de especias, aromas de chocolate y risas de locales en las terrazas de los bares aledaños se mezclan con coquetas librerías, puestos callejeros de diseño y jabonerías de lujo. Allí cargamos comida para ir a disfrutarla al parque vecino: London Fields. Allí, el que triunfó más fue el pequeño amigo, que se ligó a un par de zagalas.

Merendamos en Brick Lane. Hace menos de un año que los gemelos Alan y Gary Keery abrieron Cereal Killer, un café especializado en leche con cereales. Bueno, pues eso ha bastado para que ya se haya convertido en lugar de peregrinación. Sólo por ver las cientos de cajas de cereales ochenteras y noventeras que adornan sus paredes, ya merece la pena. Además, hay que decir que los cereales de Frozen están riquísimos, la verdad.

Por supuesto, también nos lo pasamos pipa en la sede de Twitter en Londres. Allí, descubrimos su bar secreto, probamos sus deliciosas bruschettas y nos pusimos finos a gintónics cortesía de la casa. Jugamos al ping-pong y recordamos que lo más importante del mundo es que te guste tu trabajo.

Thanks without end to @pauto and @baconNlove because if there wasn’t for you we wouldn’t have discovered a whole new London beyond the smog! (But we still hate you for the dinosaur). And thanks to «El gato» too!

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Ready to London?

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